Ella lo merece

Va por delante de mí, andando muy deprisa y hablando por el móvil diciendo a alguien que ya va, que cuando pille un taxi estará allí en cinco minutos. Tiene cosas que yo no, empezando por eso, un sitio concreto al que ir. Yo salgo a pasear sin más, y mira por donde me topo con ella. Es alta, por otras cosas que espío de su conversación (inevitable, de momento en ésta larga recta vamos por el mismo camino) está muy ligada al mundo de la moda. Modelo o curranta en una revista, o algo así. Desde luego modelo podría serlo. Además de muy, muy guapa se le nota haber pasado por ciertos rituales para estar aun mejor, manicura, ropa, el teléfono es cosa fina, sesiones artificiales de rayitos para estar bien morena, o quien sabe si su moreno es natural de tumbarse y esperar al lorenzo el pasado verano. En cuyo caso lo ha conservado intacto desde entonces.

Pero no la imagino con tanta paciencia, de verdad que parece estresada mientras busca y enciende un pito -cigarro- que no funciona el mechero a la primera y parece que vaya por la cien, se aparta el pelo que le molesta para la acción, oh si, el mundo contra tí que estrés. La envidio por el dinero que es posible maneje y pienso lo que todo varón pensaría. Pero unos segundos después me da tiempo a pensar otras cosas. Porque la oigo otras cosas, en su forma de hablar megapija que empiezo a preguntarme que diablos pinta alguien así en mi barrio, donde es milagro verlas con ese aspecto solas, vestidas como son las diez de la mañana con un trapo que dice pasarela, pero pasarela en el momento de presentarlo, no con los fondos y arreglos que luego sirven en las tiendas para las mortales.

Y como aquí no hay pasarela, destaca la chica. Creo que en los últimos, pongamos, diez años he aprendido a base de observar a distinguir entre modelos o aspirantes a, y entre chonis urbanas que están gastando el dinero de otros, bien papi y mami, bien chorbo bakala o como se denomine ahora al noviete chulesco. Lo hacen para parecerse a las primeras sin conseguirlo, pues la clase no se compra. Mi amiga tiene clase, pero aparte de lo pijo de su hablar, es de esas que va enfadada por el mundo. Mirándolo por encima del hombro. Consciente de su superioridad. De esas que, en caso de ser modelo, desfila más seria que si la acabaran de decir que se ha muerto su abuela, porque a profesional no la gana nadie.

Por eso no puedo tomar estima a ésta chica, porque se cree que está en Nueva York y no está en Nueva York.

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