Todos a escandalizarse

Vivimos una época de máxima comunicación. Personalmente estoy sorprendido de ver cuanta gente lee y escribe si atendemos a la cantidad de sitios online dedicados a la literatura (la mayoría mujeres) para dar a conocer las muchas horas que gastan en devorar libros uno tras otro. Es genial, así como los chavales con los comics, los críticos de cine amateurs desde sus blogs, los que van de opinadores como el menda, los que escriben sobre deporte, también sueltan tochos de gran tamaño sobre todo fútbol y Fórmula Uno.

No doy abasto, tanto que hay por leer. Hay tantas noticias al día disponibles para consumir, que antes como no me enteraba pues nada, no problema, como cuando teníamos teléfono fijo y si no estábamos en casa que suene, no problema tampoco. Oído que no oye...

Lo malo es la ansiedad, que se acumula día tras día. Me voy a ver obligado a descender mi nivel de impresionabilidad, para no escandalizarme con cualquier cosa. Es que si no, no llego. ¿Que el político jefe de Asturias sale diciendo que un catalán no es español? A mi plim, además es un tema muy manido. Tengo demasiado clara mi opinión sobre lo equivocado que está el tipejo para dedicarme un segundo a debatirlo en algún foro o chat. ¿Que Reverte es atacado y se defiende con un lenguaje digno de titular? Costará no seguir algo tan atractivo de seguir, pero debo apartarme. Sé como acabará la cosa y no me impresionará como tan fácil parece que es escandalizarse para todo cristo.

Ahí está el problema. Amigos de generación veinteañeros y treintañeros, por ejemplo. ¿Cuánto hemos vivido en las noches de juerga, antes de tener ordenador e internet, para que vengan ahora las noticias a indignarnos lo más mínimo? Yo he visto peleas pero que muy peligrosas en los aledaños de estadios deportivos, a dos señoras discutiendo en la tienda de la esquina sobre sus hijos con una tensión en aumento que estábamos todos al tanto de saltar a separarlas, que se veía que se iban a enzarzar.

Amigos que casi se nos mueren por ir borrachos no, lo siguiente. En fín, lo típico de la noche adolescente o del día a día de la realidad, in person, in situ. ¿Qué pasa entonces con las noticias de la tele, periódicos o internet? No sé por qué pero muchas me irritan y voy y lo escribo. Para eso utilizo en gran parte éste teclado, para cosas innecesarias. Es hora de parar. De seleccionar lo que me indigna. Demasiadas palabras inútiles he escrito ya. Sólo tengo que acordarme de quien era y lo que me pueda produicir una reacción, a favor o en contra. Y si no me la provoca, callarme que estoy más guapo.

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