Sobre los tonitos

Por saturación se cargaron la que fue buena idea. El primero, era
mono. Me refiero al primer anuncio de bicho peluche que te canta una canción de discoteca pero con letra de oso amoroso. Que puedes poner en tu móvil para que cuando suene lo flipes. El problema es que por lo visto funcionó, la cosa, y ahí tenemos un año después más o menos a sus descendientes, que andarán ya por la decena en cuanto a número de sub-productos cada vez peores, y cada vez más estúpidos y chupiguays ellos.
Cuatro o cinco anuncios de bichacos feos por bloque publicitario, que enerva verlos tantos seguidos con su cancioncita a cual más ridícula y tonta, bienintencionada pero que ya da grima el abracitos de los cojones y el besitos de la hostia.

Luego estás en la sala de espera de un hospital, esperando y sufriendo con otros veinte desdichados y suena el móvil de aquella, por ejempo. La chica veinteañera, morena y más bien guapa y lista (hasta parece universitaria, pensé) y resulta que el politono es de uno de esos detestables robot-oso pijiwinkis. Y la nena se ríe y su amiga más, aunque a ésta si le delataba su pinta
de Spice Girl.

En fin que sin esperar a que la morena termine de hablar le pregunta su amichi si esa canción es la del bicho tan mono de la tele, que ella lo tenía igual pero lo cambió por la rana que baila dance y canta viva la alegría alegre en mi mundo de arcoirirs, y la dueña del móvil con el mismo entusiasmo le contesta ya a gritos que ése también es muy mono. En ese momento solo deseé largarme a la medicina privada, porque el mal que me llevó a ésta sala de espera se me acababa de multiplicar por dos y por tres y por cuatro. O si no moriré de vergüenza ajena, que de eso también se puede morir me temo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.