Y sobre los ufólogos, y sobre Shyamalan. Es que dan mucho juego. Son todos ellos seres que generan vidilla (y los tertulianos de los que sí he opinado) Es horrible, la palabra vidilla aplicada a internet. Da vidilla, permitámoslo pues. Pues no. No deberíamos.
Empecemos por tanto con los críticos de cine. Como en tantas cosas, la idea inicial era buena. Orientar al lector que quiera lanzarse a espectador, de cine, desde el escalafón superior del experto. Ya saben, Cahiers du cinema y todo eso. En España Fotogramas cuenta con más de medio siglo de experiencia, se diría que deben saberlas todas. Y sin embargo es una revista que va a peor. En todo, pero los de los críticos es de órdago.
No sé en que momento se permitió el primer disparate, concesión para resultar moderno o lo que más nos gusta, contratación del primer intelectualoide que llena todas sus críticas con palabros intelectualoides. Las otras revistas, más jóvenes en el tiempo, son extremistas. Las que nacieron con aire rancio ahí siguen, con la misma propuesta. A regla fija. Las pequeñas que quieren quedar bien con todos, se pelean como las radios menores por ser la trecera o cuarta en ventas. Y se arriman a lo que haga falta para eso. Y luego está Cinemanía. La que nació como alternativa, haciendo caso al cine español porque sí, y tras una buena etapa alguien decidió estropearlo y empezar a cambiar y cambiar el diseño cada tres meses, copiar descaradamente en mil cosas a Fotogramas y ahora Cinemanía es una frikada comercial (¿y hay algo peor que eso?).
Pero sigue siendo Fotogramas la que reúne la caterva de críticos ridículos. Entre los que por ir contracorriente dan notas que no se la creen ni ellos, sólo para provocar molestias, y los que dije antes, los intelectualoides, y los que ni siquiera ven las películas y se les nota (recurriendo para ello a lo equivalente a leer la contraportada de un libro, ésto es, leer otras críticas) el caso es que los lectores que aun confíen en ellos están desamparados. Sólo son futuras víctimas de unos payasos que por un poco de poder se han acomodado, algunos vendido, a un cachondeo que hace mucho que rebasó los límites de la lógica.
Ir al cine confiando en lo que ésta gente haya escrito es decirle al mundo: mírenme, soy la persona más ingenua del planeta. Querido/a, si quieres ser tan ingenuo y jugar a la ruleta rusa con tu tiempo y dinero, haz como nuestros antepasados. Plantarte en el cine, mirar los carteles y el que te guste más, a esa entras. Acertarás con tus gustos un número de veces mayor que dejarte guiar por los ¿críticos? de ¿cine?
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