Hay varios tipos de personas dentro de los abusones. Los que se conforman con su entorno más cercano, los que quieren controlar todo lo que acontezca a su alrededor, cada detalle, y los que quieren hacerlo a nivel global. Todos conocemos a alguien del primer grupo, por ejemplo la vecina que siempre manda en las reuniones y a ver quien le lleva la contraria. Del segundo grupo, por ejemplo Penélope Cruz, que dicen que necesita aprobar todas las preguntas y todas las fotos de sus entrevistas queriendo hacer el trabajo del periodista y del fotógrafo. Un poco de pena sí que da ver a alguien tan inseguro.
Y elija su dictador del tercer conjunto. Pero dentro del segundo nivel, de los famosillos con ínfulas de amasar a tutiplén, hay gente muy preocupante. No sólo se empeñan en asegurar que lo suyo no sea manipulado, dándoles igual pisar a una o dos personas con las que tiene un trato recíproco, que sería el caso de la actriz española. No, éstos otros lo que quieren es servirse de entramados complejos compuestos por mucha peña para sus fines maléficos, y lo extraño y alarmante es que lo consiguen día sí y día también. En efecto, Mourinho es un caso de tal calibre. Pero hay otros. Sólo hay que poner la tele en horario de prensa rosa, o sea cualquier hora, o abrir un periódico por la editorial. Tienen un púlpito y un sueldazo. Y tienen amigos con influencias. Y un número mayor o menor de ciudadanos que les han creído, y por lo visto todo el compendio de euros que se mueve es suficiente para que duren años y años en su maldito escaparate.
Si sabe usted cómo montar uno de ésas redes tan indestructibles, me avise. Me da igual el tema: una revista de moda de quinientas páginas, en las que la mitad son anuncios y vale 6 euros. ¡Y la gente las compra! Un videojuego hecho con el mínimo y por tanto el precio también lo es, pero nadie con media neurona lo compraría de lo malo que es ¡y va por la octava secuela! Un equipo de Segunda-B que tiene seis directores deportivos de ésto y de lo otro y cuatro vocales que cobran todos más que cualquiera de los jugadores ¡y nadie dice nada! De verdad, a veces me pregunto de dónde sale tanto dinero para tantas tonterías... que triunfan.
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